lunes, 28 de enero de 2013

Por así decirlo, "Les dones i els dies"




Gabriel Ferrater
Les dones i els dies
Edicions 62, 2010.


Por Javier Guillén

1. Lo que no hizo Gabriel Ferrater


La mayoría de los poetas deifica su oficio. Donde haya uno de estos adalides de la emoción escuchará: “el poema fue quien me escogió” o “el poema me ayudó a descubrir quién soy yo realmente”. Sin embargo, lo increíble no es que lo proclamen (al establihsment le gustan esos rulos), sino que siga funcionando.
Pruebe a poner esos cacareos en boca de, qué le digo, un peluquero y sustituya “el poema” por “su pelo”.
            A esos mismos iluminados también les gusta complicar las cosas, enmascarar su estulticia, regurgitar aire con perlas gaseosas del estilo: “El poema se convierte en una entidad donde el sujeto y el objeto se fusionan a través de una operación formal, y ya no es la realidad aquello que importa sino la conciencia subjetiva de esta realidad escogida como figura problemática”.
            ¿De qué estará hablando?
            La cita es de Dolors Oller, una de las especialistas en la obra poética de Gabriel Ferrater.
Sustituya, de nuevo, “el poema” por “su pelo”.


2. Lo que dijo Gabriel Ferrater


En Papers, cartes, paraules: “Optimament, tot poema hauria d'ésser clar, sensat, lúcid i apassionat, és a dir en una paraula, divertit.”[1]

En Sobre el llenguatge: “La innocentada més innocent es fer del recompte de síl·labes la base de la métrica”.[2]

En Les dones i els dies (Poema inacabat): “Els poetes/ ben cert que som uns mentiders/però abans i encara més/cert és que som uns egoistes”.[3]


3. Lo que dicen de Gabriel Ferrater


Como siempre pasa, y más cuando el poeta es un suicida, podrá encontrar entre cursos universitarios, antologías, páginas web, simposios, conferencias, biografías, entrevistas, libros, incluso dos documentales, montañas de ingenioso discurso secundario. Nada de eso vale la tinta que se ha gastado. El propio Ferrater se retorcería de la risa al leer según qué patochadas.
            Con todo, como cotilleo biográfico y panegírico, le recomiendo el documental Metrònom Ferrater.


4. Lo que quería hacer


En Papers, cartes, paraules:El que voliem en Jaime (Gil de Biedma) i jo no eren mandangues de poesia social, sinó que la poesia fos tan interessant com, posem, una novel·la: expressar situacions humanes, partint de la base que a les persones l’únic que ens interessa són els  homes i les dones, amb la mateixa complexitat amb la que tu pots fer-ho en una novel·la. I em penso que ho hem aconseguit, vet aquí.”[4]




5. Lo que ha quedado


Lea Les dones i els dies, Papers, cartes, paraules y Noticias de Libros.




POSSEÏT



Sóc més lluny que estimar-te. Quan els cucs

Faran un sopar fred amb el meu cos

Trobaran un regust de tu. I ets tu

que indecentment t’has estimat per mi

fins al revolt: saciada de tu,

ara t’excites, te me’n vas darrera

d’un altre cos, i em refuses la pau.

No sóc sinó la mà amb que tu palpeges.




OCI



Ella dorm. L'hora que els homes

ja s'han despertat, i poca llum

entra encara a ferir-los.

Amb ben poc en tenim prou. Només

el sentiment de dues coses:

la terra gira, i les dones dormen.

Conciliats, fem via

cap a la fi del món. No ens cal

fer res per ajudar-lo.







LA PLATJA



El sol se l'ha menjat. Anava sola,

descalça com la mar, vestida com

la mar, amb brusa blanca i slacks verds,

i era rossa com l'aire, lluminosa 

com el lleó de fúria total.

Se'ns l'ha menjat. Fem-nos canilla d'ira.

Tallem el vent de llauna amb la cisalla

dels udols llargs. Esgarrapem la sorra.

Lladruquegem la mar, la disfressada.







POSEÍDO



Estoy más lejos que amarte. Cuando los gusanos

hagan una cena fría con mi cuerpo

encontrarán un regusto de ti. Y eres tú

que indecentemente te has amado por mí

hasta la náusea: saciada de ti,

ahora te excitas, te me vas detrás

de otro cuerpo, y me rehúsas la paz.

No soy sino la mano con que palpas.
(Traducción: José Mª Valverde)



OCIO



Ella duerme. Es la hora en que los hombres

ya despertaron, y una escasa luz

entra todavía a herirlos.

Con muy poco nos basta. Solamente

el sentimiento de dos cosas:

la tierra gira y las mujeres duermen.

Reconciliados, nos apresuramos

hacia el fin del mundo. No nos es preciso

hacer nada para ayudarle.

(Traducción: José Agustín Goytisolo)


LA PLAYA



El sol se la ha tragado. Andaba sola,

descalza como el mar, vestida como

el mar, con blusa blanca y slacks verdes,

y luminosa y rubia como el aire,

como el león de la furia total.

Se la ha tragado. En jauría, furiosos,

Cortaremos el viento de hojalata

con la cizalla de los aullidos.

Arañemos la arena. Ladremos

al mar, al disfrazado.
(Traducción: Pere Gimferrer)








[1] Todo poema debería ser claro, sensato, lúcido, apasionado, es decir en una palabra, divertido.

[2] La inocentada más inocente es convertir el recuento de sílabas en la base de la métrica. 

[3] Los poetas/es cierto que somos mentirosos/pero antes e incluso más/cierto es que somos egoístas.


[4] Lo que queríamos Jaime (Gil de Biedma) y yo no eran mandangas de poesía social, sino que la poesía fuese tan interesante como, pongamos, una novela: expresar situaciones humanas, partiendo de la base que a las personas lo único que nos interesa son los hombres y las mujeres, con la misma complejidad con la que tú puedes hacerlo en una novela. Y pienso que lo hemos conseguido.

lunes, 21 de enero de 2013

Paseos simultáneos, de Jordi Corominas i Julián






Jordi Corominas i Julián 
Paseos simultáneos
Editorial Vitruvio, Madrid, 2010


 Por Alex Chico

Paseos simultáneo es la primera incursión poética de Jordi Corominas i Julián (Barcelona, 1979). La primera incursión, maticemos, en forma de libro, porque la vida de este joven autor siempre se ha movido en parámetros literarios. Viene siendo lo que algunos llaman, con o sin acierto, un agitador cultural. Alguien, en definitiva, que desfila por muchos espacios urbanos encontrándose con el público, a través principalmente de una propuesta genuina a la que llama loopoesía, un espectáculo músico-poético, si es que podemos resumirlo con un simple compuesto. Como autor, no obstante, ha publicado las novelas en catalán Una dona que sap jugar amb els peus y Colors, ambas editadas por Abadía, además de la biografía Macrina la madre, publicada por la editorial milanesa Jaca Books. A esto hay que añadir su labor como antólogo en el libro Matar en Barcelona (Alfa Decay, 2009). Todas esas publicaciones son, antes que nada, un preludio, un ejercicio que anticipa estos paseos simultáneos, editados ahora por la madrileña Vitruvio.  

Fijémonos cómo comienza el libro: con un poema titulado “Balcones” y con un primer verso que dice: “Buenos días”. Es una prematura declaración de intenciones: Paseos simultáneos es un libro que se abre al aire, que hablará del exterior (la calle) desde el interior (un balcón, es decir, su propia mirada). A partir de ahí, esa apertura le lleva a enumerar todo lo que ve. Y subrayo “todo”: sólo así se entiende que en apenas seis versos de un mismo poema, un personaje llamado Mari, conviva con Dustin Hoffman, Anthony Hopkins, José María Aznar, Cicciolina y el Papa Ratzinger. Sin embargo, no se trata de eso, o no sólo, al menos. No es cuestión de enumerar por enumerar, ni siquiera es una descripción de ambientes. Se trata de que detrás de cada personaje, cada objeto poetizado, detrás de cada paisaje, Jordi está creando un universo: el suyo propio. Creo, con toda sinceridad, que eso mismo es a lo que debe aspirar un poeta: a levantar su propio mundo, a ser capaz de crear un universo. A eso se refería el poeta romántico Novalis, cuando escribía que el poeta debía ser un pequeño dios todopoderoso. No se pretende encontrar una forzada empatía con el lector. Sería erróneo reducir el poemario a estos parámetros tan simples. La poesía es, al menos así la concibo, un lugar de encuentro. Pero no un lugar de encuentro a cualquier precio. Por eso, podemos afirmar que ese “todo” al que antes nos referíamos forma parte ineludible de lo que el autor nos quiere mostrar. No hay, por tanto, impostura, ese mal endémico que coquetea con buena parte de la poesía contemporánea española. 

En ese sentido, un aspecto que me llama la atención del libro es la capacidad de Jordi para combinar, para simultanear, paseo y escritura. Hay un referente en la literatura española, Claudio Rodríguez. Ambos encuentran en el tránsito, en el camino, todo aquello que luego trasformarán en escritura. Las calles son los lugares por los que transita el poemario. Todo lo que encuentra irá construyendo ese pequeño universo: desde conversaciones hasta números de portal, como ese 222 de la portada que bien puede ser un 999 según se observe. Reconozco que este es uno de los aspectos que más me llaman la atención del libro: su capacidad de poner en práctica aquel tópico latino del homo viator. Sin embargo, como buen viajero, sabe que su viaje será siempre laberíntico, quizás también circular. Así, por ejemplo, concluye su poema “Ruraurbs (Moradielos-BCN)”: “El cigarrillo de/ entrada a/ Barcelona es/ mero miedo/ al laberinto.”. De hecho, Paseos simultáneos puede ser considerado, también, una meditación sobre el laberinto, sobre lo que encuentra en él, sobre lo que descubre. Y es aquí donde sorprende, tanto en la forma como en el contenido. Sorprende, digo, porque tiene la capacidad de extrañar al lector. “Negros que bailan sardanas”, por ejemplo, o “santanderinos que comen aceitunas con el responsable del ministerio”. Una vuelta de tuerca o un pequeño homenaje a aquellos escritores que encontraron su universo poético a partir de la imagen, de esas asociaciones aparentemente inconexas, subconscientes. Hablo, claro, de aquel primer surrealismo que nos hizo reunir una máquina de escribir y una camilla de quirófano. Aunque convendría hacer una precisión: no se trata de emular al surrealismo, sino de enmarcar sus poemas dentro de una hiperrealidad. 

En ese proceso de búsqueda y captura de lo que le rodea, hay un intento por respetar los diálogos tal cual fueron pronunciados. Lo que ocurre es que la forma se retuerce. Nada es, en definitiva, lo que parece. Sólo bastar juntar palabras de una manera diferente para provocar en el lector un fogonazo, a través de sintagmas extraños, por buscar un adjetivo que se aproxime. Si entramos en su juego entenderemos que (cito) “la morsa del calendario chino se fue al wc” o que los edificios sean capaces de roncar entre ladrillos. De todo ello se deduce uno de los hallazgos del libro: todo vale, todo se incorpora, todo puede ser, al fin y al cabo, susceptible de formar parte del poema. De aquí podemos extraer una poética, una premisa literaria que el autor respeta y persigue. Como él mismo admite, escribir significa “mimar lo cotidiano para entender lo profundo”. Esa misma idea se destila en cada paseo. El poeta se detiene y observa. Lo cotidiano, lo anodino, puede ser un objeto poetizable. Se acabaron los parnasos. Ese locus amenus no ha de estar, necesariamente, identificado con un paisaje preciso. Paseos simultáneos es, en ese sentido, un homenaje al rincón, a la mirada, al destello inesperado. Su estructura así lo demuestra: si existen novelas ríos, la propuesta de Corominas tiene un matiz semejante. Cada poema exige el poema siguiente, de tal manera que su lectura coincide con la corriente. Se logra respetar el ritmo que imponen esos paseos. Como si el lector acompañara, perplejo, al espectáculo escondido que encierran los extraños límites de la ciudad.  

Paseos simultáneos es una apuesta, arriesgada, sí, pero coherente, porque responde al autor. Leemos cualquiera de sus poemas y sabemos que es él quien lo ha escrito. Y eso, me temo, no es fácil. Por eso valoro a aquellos escritores que presentan propuestas a las que uno, para bien o para mal, observa desde una distancia creativa. Porque, en definitiva, me muestran una nueva forma de decir. Al final la poesía es, antes que nada, una relectura del mundo que, sin saberlo, nos rodea.


lunes, 14 de enero de 2013

El abandono de la adolescencia






EL ABANDONO DE LA ADOLESCENCIA

Laura Rosal
También mis ojos
Cangrejo Pistolero Ediciones, 2010

Por María González

Laura Rosal tuvo apenas veinte años, su cuerpo, no, tampoco su poesía. Acaba de llegar con un libro lleno de libélulas azules en la mano, llamado También mis ojos, e ilustrado por Erika Espinosa, cuyos dibujos apoyan de forma más que acertada los poemas. Acaba de llegar, y lo ha hecho para quedarse. 

En este primer poemario, deliciosamente editado por Cangrejo Pistolero Ediciones dentro de su colección de Cuadernos Caníbales, Laura, a partir de ahora L –de su nombre, de libélula-, nos presenta ya las bases de una poética proyectada hacia el futuro, pero que terriblemente muestra el cómo ha llegado a ella. Un primer libro es eso, una presentación, una forma de conectar con ese mundo paralelo a desarrollar del mismo escritor. Para ello, lo primero que la autora determina (porque si algo tiene este poemario es firmeza y determinación) es volver al origen, afónica y buscando respuestas. Dejar caer la vida/ Rogarle que no duela. Nos declara sus intenciones diciéndonos que nadie llena el vacío, que ha venido a increparnos y a renegar de lo delicado.

L ha llegado para tocarnos, para que nos confundamos con los destinatarios de sus poemas, nos usa como parte de su juego poético, igual que al fuego para augurar la muerte que da paso a un siguiente nivel. No se asusta de ella, tampoco del dolor al que embellece, pero también nos avisa del daño que la misma autora nos puede suponer. Junto a mis tobillos/ Donde se acaricia tu eco/ Y su reflejo hiela, / Duele.

A L no le asusta morir, le asusta terminarse, y también a su poesía. Crecer es enmascararse y, en este caso, aprender a escribir lo que hay tras la máscara. Tuve que quitarme el rojo/ de los labios. El rojo/ de las uñas. El rojo/ de mi dulce estrategia. / Derrotada. Pero también es olvidar.

L suena a Patti Smith gritando Horses entre las flores, inhalando el humo de su propia habitación, de las camas vacías en las que va mudando la piel para hacerse mujer, para reconocerse a sí misma en el espejo.

L es y siente como fotógrafa. Eso se nota, y mucho, cuando escribe. Asistimos a un desfile de fotogramas e imágenes poéticas, donde la luz tiene un lugar de honor. La luz fabrica cuerpos […] ellos también mueren. En este viaje iniciático que nos la presenta.

También mis ojos es el resultado de la pena o el pesar de crecer demasiado rápido, de la nostalgia por hacerlo antes de tiempo. Pero L no es un enfant terrible más, tiene sus propios códigos, y eso la aparta de este saco. Habla de todas las jaulas y sólo de la suya propia, escribe la sangre de cada uno de nosotros y usa sólo su plasma. Su propio pájaro en el pecho. Y grita, grita, cuando lo cree necesario.

Hay una frase en el precioso y acertado prólogo de Andrés Neuman que define el carácter poético de L a la perfección. No es fácil perseguir a quien se escapa para quedarse quieta. Ni es fácil quedarse quieto cuando uno mismo se persigue. Y es que ella misma se persigue dentro de su poemario cuando afirma que La extranjera/ En la noche oscura/ Sangra luz/ También mis ojos.

Señores, señoras, bienvenidos al interior de Laura Rosal.